Federico El Grande y el juicio público


«Una persona privada no está autorizada a emitir juicios ‘públicos’, especialmente juicios reprobatorios, sobre tratados, procederes, leyes, reglas y directivas del Soberano y de la corte; de servidores estatales, de colegios y cortes judiciales, ni está autorizada a dar a conocer noticias recibidas acerca de todo ello ni a divulgarlas por medio de la impresión.

Una persona privada no está capacitada para someter todas esas cosas a su juicio, porque le falta el conocimiento completo de las circunstancias y los motivos…»

Federico II «El Grande» de Prusia (1784), sobre la incipiente prensa alemana del siglo XVIII

Luz de día

 

«Para el periodista, cada mañana el Sol sale únicamente para que su audiencia tenga luz para leer lo que escribió»

Victoria de la Democracia


La participación ciudadana en los comicios de este domingo rebasó el 60% de la lista nominal

La jornada electoral de este Primero de Julio de 2018 en México tiene dos lecturas: la victoria de la democracia y la derrota de los partidos hegemónicos. Pero, además, el ascenso de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República es una muestra el talante revanchista de buena parte del electorado: su triunfo se debió en gran medida al voto de castigo.

López Obrador, tabasqueño, portaestandarte del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) y su alianza «Juntos Haremos Historia», que incluye al socialista Partido del Trabajo (PT) y, extrañamente, al ultraderechista Partido Encuentro Social (PES), se convierte de esta manera en el primer mandatario de izquierda en México desde el sexenio del general Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940), y el primer «nacionalista de izquierda» en el nuevo milenio.

Su triunfo avasallador en las votaciones (con más del 52% de votos cuando se rebasa el 19% de casillas computadas) ha dejado atrás la amarga derrota en los comicios federales de 2006, cuando lideró la coalición «Por el Bien de Todos» como miembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD), junto al PT, y perdió la presidencia ante Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN).

Seis años después lo intentaría nuevamente, al frente del llamado «Movimiento Progresista» (que incluía al PRD, PT y al progresista Movimiento Ciudadano-MC), pero sumaría un nuevo descalabro en 2012 ante el actual mandatario, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

 

El que persevera, alcanza

Como dicen, la tercera fue la vencida para López Obrador quien, de haber sido derrotado en las urnas este domingo, prácticamente habría consumido su prolongada carrera política, en la que invirtió más de 18 años en la búsqueda de la banda presidencial.

Pero su triunfo se debe, más allá de ostentarse como la mejor entre las distintas opciones, al hartazgo de la ciudadanía mexicana, en especial al voto de la juventud, ante las prácticas de los partidos «hegemónicos». El sexenio de Enrique Peña Nieto y sus reformas estructurales (en especial la energética y la educativa) había impuesto a buena parte del electorado en contra del candidato «oficialista», José Antonio Meade Kuribreña, el cual nunca logró profundizar su discurso aperturista entre los votantes, desconfiados del paladín del Nuevo PRI.

El tumultoso sexenio de Peña Nieto (marcado por casos de corrupción y un notable aumento en la inseguridad en estados claves de la República) venía precedido de dos mandatos del conservador PAN, destacado en la historia política del país al generar, en el año 2000, una alternancia tras 70 años de gobiernos priistas.

López Obrador fue el primero de los candidatos que acudió a votar

López Obrador fue el primero de los candidatos que acudió a votar

Sin embargo, Vicente Fox y Felipe Calderón distaron de ser, ya no el cambio que el país requería, sino quienes rindieran rápidamente los frutos que sus votantes esperaban; el mismo estigma que perseguirá a López Obrador desde el primer día de su gobierno ante lo desmedido de varias de sus propuestas.

Para quienes este Primero de Julio confiaron en el candidato de MORENA, es un día de júbilo, si bien analistas y expertos han expresado sus reservas en base a los dos primeros discursos que ofreció en la Ciudad de México con motivo de su victoria.

Más allá de eso, la ciudadanía debe estar consciente de que López Obrador tiene mucho trabajo por delante, muchas propuestas (algunas inverosímiles) qué cumplir, y millones de votantes ávidos de ver resultados a partir del Primero de Diciembre que reciba el cargo.

 

Lo positivo

Lo importante ha sido que, este domingo, la democracia triunfó en México. El amplio nivel de participación ciudadana (mayor al 62% del padrón electoral, que rebasaba los 89 millones) en estas elecciones, las mayores en la historia del país, es el dato capital de una jornada que ha capitalizado una campaña marcada por la polarización de la esfera pública y también ciertos actos de violencia, inéditos, sobre políticos de todos los partidos.

Otro punto clave a destacar es la rápida comparecencia de los candidatos del PRI, José Antonio Meade, y del PAN, Ricardo Anaya Cortés, a aceptar su derrota en las urnas y a felicitar a López Obrador por su virtual victoria, cuando recién llegaban los datos del conteo rápido a los cuarteles de campaña. El otro candidato, el independiente Jaime Rodríguez Calderón, hizo lo propio un poco después, cuando los números daban ya una irremontable ventaja al tabasqueño.

Los tres resantes candidatos reconocieron rápidamente el virtual triunfo del político tabasqueño

Con ello, la democracia mexicana dio una muestra al mundo entero de que, gane quien gane, los resultados de las elecciones se respetan a cabalidad. Atrás quedaron los tiempos en que los candidatos esperaban hasta el último momento para salir ante los medios, declararse ganadores o anunciar que impugnarían los resultados (tal y como el propio López Obrador hiciera en 2006, para después autoproclamarse «Presidente Legítimo» en una pantomima digna de la peor teatralidad).

Los electores en nuestro país han apostado por un régimen de izquierda que traerá, según los augurios más optimistas, una profunda transformación en la política nacional. Con el sufragio efectivo, le han otorgado a López Obrador, dos veces perdedor en elecciones federales, el beneficio de la duda, cuando no un voto de confianza. Le tocará al político tabasqueño corresponder a las ilusiones de los millones que lo elevaron a la primera magistratura del país.


 

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En Comunicación, cuando hay espacios ordenados significa que no se está trabajando. A ningún periodista ni comunicólogo le sobra tiempo para acomodar su oficina…

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